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Arte efímero de devoción: Alfombras de aserrín en Huamantla

En un derroche de creatividad y devoción, las calles de Huamantla, ciudad ubicada en el estado de Tlaxcala, se vistieron este martes con deslumbrantes alfombras elaboradas meticulosamente con serrín y arenilla. Estas efímeras obras de arte, que pueden medir hasta 100 metros de largo, son una manifestación única de agradecimiento y amor hacia la Virgen de la Caridad, en una celebración conocida como la «Noche que nadie duerme».

Los artesanos municipales, con una tradición arraigada, dedican sus habilidades y tiempo a esta festividad que se celebra cada 14 y 15 de agosto. Miles de visitantes nacionales e internacionales se congregan en el estado de Tlaxcala, vecino de la Ciudad de México, para admirar el proceso de creación de estas deslumbrantes alfombras.

El proceso de elaboración comienza en el asfalto o el concreto, que gradualmente se cubre de colores y figuras simétricas. Desde bordados que simulan prendas hasta flores y mazorcas de maíz, las alfombras cuentan con una diversidad de motivos que se entrelazan en un espectáculo visual impresionante. Alcanzando dimensiones de hasta 100 metros de largo y 3 a 4 metros de ancho, estos tapetes efímeros se componen de 60 bultos de aserrín de diferentes colores y la arenilla que forma su base.

A pesar de su naturaleza fugaz, la creación de estos tapetes conlleva un costo que oscila entre los 40 mil y 70 mil pesos. Estos gastos incluyen no solo los materiales, sino también adornos aéreos y postes que sirven para marcar los límites del tapete, decorados con flores y faroles.

Sin embargo, la creación de estas alfombras va más allá de la noche en la que se despliegan. Implica seis meses de planificación, en los cuales se define el diseño, el tamaño y los materiales necesarios. Cada detalle se cuida minuciosamente para garantizar un tributo digno a la Virgen de la Caridad.

Luis Guillermo Huerta Medrano, otro artesano de Tlaxcala, compartió que él y su equipo dedican su tiempo como expresión de agradecimiento por los favores recibidos. La Virgen de la Caridad es el centro de esta manifestación, que representa un acto religioso y de amor profundo. Esta tradición, la «Noche que nadie duerme», perdura como un legado de devoción y creatividad en las calles de Huamantla.

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