Opinión

Opinión: La ventana de septiembre de López Obrador

Existen muchos análisis sobre qué sucedió el pasado 2 de junio en las elecciones de México, pero de lo que quiero platicar es de lo que viene en el horizonte inmediato del país.

Y es que los resultados no fueron algo nuevo, así lo compartí con ustedes en mis análisis anteriores de la columna. Lo único que no contemplaba fue lo avasallador que sería la mayoría de Morena y sus aliados en San Lázaro, quizá porque el fondo esperaba que no consiguieran mayoría calificada. Era al equilibro a lo que me aferraba. Y creo que, con justa razón, a muchos de los votantes nunca nos había tocado ver en nuestro México democrático una mayoría tan aplastante como lo fue ésta, desde antes del 1998 no sucedía.

Para su servidor es altamente preocupante esta situación, porque sea el partido que sea, soy una persona dedicada al estudio del derecho, que creé en los contrapesos de representación y, por lo mismo, este tipo de mayorías perturba bastante el futuro que veo para nuestro país. Precisamente lo que viene después de los resultados es lo que nos aqueja hoy. En septiembre veremos al Andrés Manuel más poderoso del sexenio y veremos la prueba de fuego de la presidenta electa.

He escuchado diversas opiniones, sobre todo de opositores al actual régimen, que esperan que Claudia sea cautelosa que Obrador respecto a las reformas enviadas el pasado 5 de febrero por el mandatario nacional. Las mal afamadas reformas del “plan C” del Presidente están más cerca que nunca, con modificaciones constitucionales. Les explico el por qué.

Hasta el momento, tanto en la cámara alta como en la baja, aunque Morena tenía mayoría de diputados y senadores, no era en más de dos terceras partes, que es lo que marca la Constitución para realizar cambios en la misma. Este mecanismo es un blindaje que tiene la Crta Magna, para que la representatividad de los ciudadanos se vea reflejada e impide abusos de poder.

Con la entrada en funciones del poder legislativo, a un mes antes de que Andrés Manuel deje de ser presidente de México, tendrá margen de maniobra de ese tiempo, para realizar los cambios que quiso imponer durante gran parte de su sexenio y que no pudo al estar blindado con factores de control sobre próximas decisiones del rumbo del país. Recordemos que varios ministros de la Suprema Corte le deben al actual presidente cierta deferencia, ya que prácticamente fue quien los puso, en los momentos adecuados, para ocupar esos cargos, por lo que tambien desde la Suprema Corte puede realizar algunas modificaciones de grado constitucional, mediante resoluciones.

Veremos en el proceso de aquí a septiembre una disputa de lucha de poder entre Claudia y Andrés Manuel, ya que a Claudia no le conviene iniciar un periodo presidencial volátil, con altibajos en el peso, como lo hemos visto las últimas semanas; con sesgos de poder en la transición de una administración a otra. Veremos a un López Obrador que intentará tener control e injerencia en las decisiones de los últimos meses y que en septiembre, que entran en funciones la cámara de diputados y la cámara de senadores, tendrán los legisladores que decidir entre sacar las reformas del presidente Andrés Manuel prácticamente fast track o ir conforme a lo que indique la presidenta electa Sheinbaum Pardo, ya que seguirán trabajando de la mano de ella los próximos seis años.

Sea cual sea el escenario, creo que tendremos a un ex presidente muy incisivo en seguir teniendo poder de decisión sobre el rumbo del país, y veremos en qué medida coinciden la visión de país que tiene con el de la presidenta electa; así como qué tanto influirá el liderazgo de Claudia sobre el de López Obrador.

Otro de los factores reales de poder que veremos es la dirigencia y manejo de Morena como partido. Sabemos que ya es un partido de diferentes tribus y que, por naturaleza, ese tipo de organismo se va dividiendo el poder del liderazgo de la mayoría. Quien tenga más aliados será el que tenga decisión sobre gran parte del futuro del país.

El remate.

Como punto final me refiero brevemente a aquellos que siguen con la postura de que hubo fraude el pasado 2 de junio.

Claro que hubo fraude, como lo hay en cada elección en nuestro país. Claro que fue una elección de estado, donde el actual régimen hizo de todo para sumar votos, pero no es algo que no sucediera en elecciones pasadas. Hoy, más que nunca, hay que dejar de impulsar ese discurso de “FRAUDE ELECTORAL”, porque con 35.9 millones de sufragios se decidió el destino del país y no existen fraudes en el México actual que hagan una diferencia de votos tan grande, entre una y otra opción.

El país decidió, y decidió que fuera Morena el que gobernará los próximos 6 años con una mayoría de gobernaturas, senadurías, diputaciones federales, locales y presidencias municipales, no debe existir duda de eso. Dejemos ese discurso porque solo le damos la razón al presidente Andrés Manuel para desmantelar al INE y “victimizamos” a los victimarios.

El INE es una institución perfectible, pero es la institución en México que ha tenido más avances a lo largo de los años y aunque hay muchas cosas que mejorar aún, se ha logrado el piso más parejo disponible, para la realidad de nuestro país. Debemos seguir defendiendo a esta stitución a capa y espada, más aún en este sexenio de mayorías, que tenderá a la falta de herramientas democráticas y seguramente necesitará de la defensa de autonomía de cada institución.

Tenemos que estar más unidos que nunca como sociedad civil, para defender los mecanismos democráticos que tantos años nos ha costado conseguir y más porque las pasadas elecciones son muestra clara de la ineptitud de la oposición, para poder ser una opción sería que haga contrapeso al actual régimen.

Ni un paso atrás para defender la democracia en México.

ARTHUR ALEXIS GUYOT CARRILLO

Comunidadesmx

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